sábado, 29 de junio de 2013

Trance

Ficha técnica: Trance

La última película de Danny Boyle está entre las más extravagantes y complejas del cineasta británico. Esto no es necesariamente malo, sino todo lo contrario, pero en el caso que nos ocupa tendré que dar una de cal y otra de arena. Y es que aunque la película apunta maneras, sobre todo en su primera mitad, hacia el final se convierte en un puzzle diabólico que juega con el espectador y hace trampas.
La cosa empieza bien: una galería de arte, un robo bien organizado y una premisa interesante: el protagonista pierde la memoria y acude a una hipnoterapeuta para intentar recuperarla. Las quinielas de los espectadores comienzan en este momento, intentando hacer un puzzle del que no faltan tan solo piezas, sino que Boyle se encarga de cambiarlas y remezclarlas una y otra vez, justo cuando se está a punto de resolverlo.
El principal problema de la película es que busca sorprender a cualquier precio. Tanto que, por momentos, los personajes no son creíbles, y entretejen entre ellos relaciones inverosímiles. Boyle se pierde en la forma en detrimento de un fondo que no se termina de comprender y esto no es grato para todos los públicos. La dirección es atrevida, moderna podríamos decir, tal y como nos tiene acostumbrados el director, pero juega en otra división muy distinta que 127 horas, Trainspotting o, sin ninguna duda, Slumdog Millonaire. Sin embargo la película se deja ver. Es trepidante y no te deja respirar ni un segundo, al ritmo de una música cuidadosamente elegida y un montaje vanguardista. Quizá con unos pocos menos de fuegos de artificio la película habría sido más redonda, pero hay que reconocerle que consigue lo que busca: el debate después de la película, intentando entender al 100% que ha ocurrido, cuales eran las motivaciones principales de los personajes, y si tiene sentido una u otra escena.
Rosario Dawson lleva el peso del film en todos los sentidos, atreviéndose incluso con un desnudo integral. El resto del elenco cumple, aunque algunos personajes lucen desdibujados, quizá intencionadamente. Boyle nos deja, además, dos secuencias para el recuerdo, de gran violencia e impacto visual, que despiertan a la sala del trance.
En resumidas cuentas: una película que se deja ver, de factura técnica brillante, pero que de seguro enfadará a más de uno por sus forzados giros de guión. A mi personalmente me gustó bastante, ya que disfruto de hacer quinielas en las películas y, sobre todo, de equivocarme, pero aquellos que busquen un thriller convencional, sin duda se sentirán algo engañados.
Para los que buscan algo distinto y para los seguidores, como yo, de Danyy Boyle

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